As the Incarnation of the Son of God as man in the womb of Mary AND His Birth is the central point of history – A.D.: Anno Domini, or ‘Year of the Lord’ – we begin a new Church year every Advent – culminating in Christmas. In the midst of many reasons to be a bit dour – whether as a result of struggles within the Church or an unraveling of morality and truth outside the Church – I thought it would be good to quote a message St. John Paul II gave in February of 1981.
Elizabeth’s start of joy at the Visitation emphasizes the gift that can be contained in a mere greeting, when it comes from a heart full of God. How often can the darkness of loneliness, oppressing a soul, be dispelled by the shining ray of a smile and a kind word! A good word is soon said; yet sometimes we find it difficult to utter. We are restrained by fatigue, we are distracted by worries, we are checked by a feeling of coldness or selfish indifference. Thus it happens that we may pass by persons, although we know them, without looking at their faces and without realizing how often they are suffering from that subtle, wearing sorrow which comes from feeling ignored. A cordial word, an affectionate gesture would be enough, and something would at once awaken in them: a sign of attention and courtesy can be a breath of fresh air in the stuffiness of an existence oppressed by sadness and dejection. Mary’s greeting filled with joy the heart of her elderly cousin Elizabeth (cf. Luke 1:44)
A further consideration for our Advent preparation for the Birth of Jesus that I found in In Conversation with God: The truth is that people have a great thirst for smiles. They have an enormous longing for cheerfulness and encouragement.
May others meet Jesus in us through our cheerfulness, love and truth.
God bless
FRVW
Mientras que la Encarnación en el seno de María del Hijo de Dios como hombre Y Su Nacimiento son el punto central de la historia – A.C.: Antes de Cristo – comenzamos un Nuevo Año de la Iglesia cada Adviento – culminando en Navidad. Entre tantas razones para estar un poco sombrío – ya sea como resultado de las dificultades dentro de la Iglesia o el enredo de moral y verdad fuera de la Iglesia – pensé que sería bueno citar un mensaje que San Juan Pablo II dio en febrero de 1981.
El principio de la alegría de Isabel en la Visitación enfatiza el regalo que puede estar contenido en un simple saludo cuando viene de un corazón lleno de Dios. ¡Cuán a menudo la oscuridad de la soledad oprimiendo el alma, puede dispersarse con el brillo de una sonrisa y una palabra amable! Una buena palabra dicha muy a tiempo; sin embargo a veces encontramos difícil decirla. Nos contenemos por cansancio, nos distraemos por preocupaciones, somos controlados por un sentimiento de frialdad o indiferencia egoísta. Por lo tanto pasa que a lo mejor pasamos junto a personas, que a pesar de que las conocemos, no las vemos a la cara, y no nos damos cuenta de cuanto están sufriendo, aunque sea de una forma sutil, vistiendo una tristeza que viene de sentirse ignorados. Una palabra cordial, un gesto cariñoso será suficiente y en un instante algo se despertará en ellos: una señal de atención y cortesía puede ser una brisa de aire en la rigidez de una existencia oprimida por la tristeza y abatimiento. El saludo de María llenó de alegría el corazón de su ya entrada en años prima Isabel. (cf. Lucas 1:44)
Una consideración más adelante para nuestra preparación de Adviento para el Nacimiento de Jesús que encontré en En Conversación con Dios: La verdad es que las personas tienen una gran sed por sonrisas. Tienen un gran anhelo por entusiasmo y alegría.
Que otros conozcan a Jesús en nosotros a través de nuestro entusiasmo, amor y verdad.
Dios los bendiga
FRVW